Los Beatos Mártires Hospitalarios del siglo XX fueron verdaderos seguidores de Cristo y del espíritu de San Juan de Dios. Si hoy podemos estar recordándolos y la Iglesia los reconoce como modelos de fidelidad a su vocación, es porque a pesar de las dificultades que se avecinaban se mantuvieron firmes en la fe y en el servicio a los enfermos y necesitados.

 

Los Hermanos pertenecían a las comunidades de Talavera de la Reina, Carabanchel Alto, Valencia, Ciempozuelos, Calafell, Manresa, Málaga y Madrid y los acontecimientos tuvieron lugar en los años 1936 y 1937 durante la guerra civil española.  Fueron arrestados mientras se hallaban en los hospitalesprestando su asistencia benéfica a los enfermos, a pesar de la precaria situación social, política y religiosa que se vivía en España en esos años.

 

Colombianos

Los mártires hospitalarios de Colombia, muertos el 9 de agosto de 1936 en Barcelona, son 7 y han sido los primeros beatificados en la historia del país.  En 1920 la Orden Hospitalaria de San Juan de dios vuelve a Colombia (la primera fundación fue en 1595 en Cartagena de Indias) y florecen las vocaciones nativas muy pronto. 

 

Algunos de los jóvenes profesos son enviados a España para completar su formación y experiencia hospitalaria.  Al recrudecerse en España la persecución religiosa de 1936, los superiores deciden por su seguridad que estos 7 religiosos colombianos residentes en Ciempozuelos volvieran a su país.

 

Todo estaba dispuesto, incluso diplomáticamente con un brazalete indicativo de la nacionalidad, tomarían el tren la tarde del 7 de agosto hacia Barcelona, desde podrían viajar por mar a su tierra.  En Barcelona los esperaría el cónsul colombiano.  Pero antes de llegar a su destino en la ciudad condal, fueron arrestados y llevados a una prisión de la calle Balmes.  El cónsul, al no verles llegar, se interesó por ellos, se enteró de que habían sido apresados y protestó por el hecho pero le citaron para el día siguiente donde encontró ya solo sus cadáveres en el depósito del hospital clínico.

 

El caso provocó una fuerte repercusión diplomática.  El portero del edificio donde se encontraba el Comité Popular y la cárcel testificó el admirable comportamiento de los jóvenes colombianos: rezan y son consuelo y estímulo para los otros encarcelados.  Enterrados en una fosa comun del cementerio de Montjuic no se conservan sus restos.

 

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