Este Evangelio nos muestra una parte del discurso de Jesus a sus discípulos cuando los envían a la misión. Dice, entre otras cosas: «Seréis odiados por todos a causa de  mi nombre. Pero el que persevere hasta el fin se salvará». 

 

Estas palabras del Señor nos hacen comprender que en las pruebas aceptadas a causa de la fe, la violencia es derrotada por el amor, la muerte por la vida. Para acoger verdaderamente a Jesus en nuestra existencia, el camino es precisamente el que indica este Evangelio. Es decir, testimoniar a Jesus en la humildad, en el servicio silencioso, sin miedo a ir contracorriente y pagar en persona. 

 

Es una gracia que debemos pedir al Señor. Ser coherentes, vivir como cristianos. Y no decir ‘soy cristiano’ y vivir como pagano. La coherencia es una gracia que hay que pedir hoy.