Apreciados Hermanos
Con mucho gusto, deseo enviaros mi felicitación y mis saludos en el día de la Jornada Mundial de la Vida Consagrada, que celebraremos el próximo día 2 de febrero en toda la Iglesia.
Este año concurren especiales circunstancias que nos han de llevar a celebrar esta Jornada con mucha alegría y compromiso, que hemos de mantener durante todo el 2015, ya que como sabéis estamos celebrando en la Iglesia el Año de la Vida Consagrada y además en la Orden el Año de la vocación a la hospitalidad, tal y como fue aprobado en el capítulo general de 2012. Son temas complementarios que constituyen una oportunidad y un regalo que nos da el Espíritu del Señor para dedicar este año a celebrar el gozo de la vocación y a profundizar en nuestro compromiso espiritual y misionero de hospitalidad.
A través de esta comunicación deseo animaros a aprovechar esta oportunidad. Se que hay muchos “años”, jornadas, simposiums y pronto nos viene la tentación del cansancio y del aislamiento o tal vez la de pasar el momento, pero sin entrar en la esencia del tema. Como consagrados, el Espíritu Santo nos está hablando a través de estas convocatorias de la Iglesia y de la Orden, por lo que debemos escucharle: las palabras y escritos del Papa Francisco, los encuentros preparados, los materiales que se han enviado a las Comunidades, las celebraciones que se hacen, etc. Invito a todos los Hermanos a hacernos y responder algunas preguntas como por ejemplo: ¿qué nivel de atención estoy poniendo al Año de la Vida Consagrada y de la Vocación a la Hospitalidad? ¿estoy aprovechando la oportuniad, dedicando tiempo y esfuerzo?.
El Papa Francisco nos dice con frecuencia a los consagrados que debemos ser despertadores del mundo. Estas mismas palabras las ha vuelto a mencionar como una de sus expectativas para el presente año de la vida consagrada: Espero que «despertéis al mundo», porque la nota que caracteriza la vida consagrada es la profecía. Como dije a los Superiores Generales, (29 noviembre 2013) «la radicalidad evangélica no es sólo de los religiosos: se exige a todos. Pero los religiosos siguen al Señor de manera especial, de modo profético». Esta es la prioridad que ahora se nos pide: «Ser profetas como Jesus ha vivido en esta tierra… Un religioso nunca debe renunciar a la profecía». (Carta Apostólica del Santo Padre Francisco a todos los consagrados con ocasión del Año de la Vida Consagrada. Noviembre 2014. Expetativa 2)
Es una forma sencilla, pero clara y profunda de sintetizar lo que hoy se nos pide a los religiosos. Ser despertadores…ser profetas. Se trata además de un mensaje cautivador, de un proyecto propia de quienes son llamada a ser la avanzadilla de la Iglesia den el mundo. Algo que exige la audacia capaz de superar miedos y temores y la esperanza que garantiza que el camino emprendido es el cierto, como insiste el Papa Francisco: La esperanza de la que hablamos no se basa en los numeros o en las obras, sino en aquel en quien hemos puesto nuestra confianza (cf. 2 Tm 1,12) y para quien «nada es imposible» (Lc 1,37).(Idem Objetivo 3) Cuando se vive y se entiende así la vida consagrada y nuestra vocación hospitalaria, tiene como consecuencia vivir con gozo y con pasión nuestra vida, tal como la vivió nuestro fundador, San Juan de Dios.
Sin embargo Hermanos, y sin querer hacer ningun juego de palabras, mi impresión en ocasiones es que quienes somos llamados a ser despertadores del mundo debemos despertar, porque con frecuencia estamos adormecidos y despistados, con el peligro real de que la misión principal, ser despertadores del mundo, no la realicemos y consecuentemente quiénes debían despertar no lo puedan hacer y pierdan tantos, trenes, autobuses y aviones de la vida.
Creo que esta es la primera llamada que nos hace el Señor en este Año tanto de la vida consagrada como de la vocación a la hospitalidad: despertad para ser despertadores del mundo, para ser sus profetas. Debemos despertar del sueño que adormece la pasión y la audacia; de la mediocridad que nos anula y nos quita nuestra esencia; del egocentrismo de quienes viven solo mirándose a sí mismos y han olvidado a los demás; incluso a los propios hermanos de la comunidad; de las cosas que nos tienen ocupado el tiempo y sin embargo no tienen valor porque no son importantes para nuestra misión de despertadores. Que no nos suceda como a las vírgenes necias que su negligencia les hizo quedar fuera del banquete. (cf. Mt 25,1-13)
Esta es la llamada y la invitación que os quiero hacer en la Jornada Mundial de la Vida Consagrada. Aprovechemos la oportunidad. La vitalidad de la Vida Consagrada en general y de nuestra Orden en concreto, en cierta parte depende de nosotros, de la respuesta que seamos capaces de dar y de la fidelidad con la que seamos capaces de vivir: ¿es realmente Jesus el primero y unico amor, como nos hemos propuesto cuando profesamos nuestros votos?. (Idem Objetivo 2). No pasemos de largo, cada día hemos de responder esta pregunta. Si este amor se enfría entonces nos adormecemos y ya no es posible ser despertadores de nadie. ¡Despertemos ya!
El testimonio de una vida religiosa hospitalaria gozosa y despierta tendrá vida siempre porque es alimentada por el Espíritu Santo. Esta es la mejor pastoral vocacional y este es el gran desafio para este Año tan importante de la vida consagrada y de la vocación hospitalaria.
Que el Señor nos de la gracia de encontrarnos despiertos para ser sus profetas de la hospitalidad en medio del mundo, como lo han sido recientemente y lo siguen siendo nuestros Hermanos y Colaboradores en Liberia y Sierra Leona, arriesgando la propia vida y perdiéndola dieciocho de ellos.
Unidos en el Señor y en San Juan de Dios recibid un abrazo fraterno y hospitalario
Hno. Jesus Etayo
Superior General